top of page
  • Pedro Peixoto

La ventaja de jugar en casa

En el mundo del deporte es sabido que jugar en casa trae ventaja. Véanse por ejemplo los equipos en la Champions que se pelean hasta el último partido si saben que esa victoria les permite decidir la eliminatoria siguiente en su estadio, así como en la NBA la temporada regular determina quien juega la fase decisiva y quien tiene el factor doméstico a su favor. Y por supuesto tienen buenos motivos para hacerlo; jugar en casa significa estar en un entorno familiar, rodeado de los nuestros en un espacio que conocemos bien, en que todo está en su sitio y nos movemos cómodos y sin dudar a cada paso si lo estamos haciendo bien. De hecho, y como en muchas otras cosas, el deporte es la metáfora perfecta, puesto que, en el mundo de los negocios, hablar en el idioma de uno es también como jugar en casa.


En una economía cada vez más global, las relaciones entre agentes económicos de realidades culturas e idiomáticas distintas asumen una importancia creciente, tanto en encuentros presenciales que implican viajes al extranjero así como a través de las nuevas tecnologías que permiten la comunicación al instante. En ambos casos, pero sobre todo cuando podemos apretar la mano al otro, la negociación, entendida como el juego comunicacional entre entidades con intereses y objetivos propios y a menudo distintos, se basa en un equilibrio de poder y persuasión, sublimado por el edificio del lenguaje. Si el lenguaje, en cuya versión estructura podemos llamar de idioma, elegido es el nativo de uno de los interlocutores, el otro claramente juega fuera de casa. Al no dominar del todo el idioma, no estará totalmente cómodo en su rol, no conocerá los rincones de la lengua tan bien como el otro y dudará si determinada palabra será malinterpretada en el contexto del encuentro.


Además, el esfuerzo exigido al no nativo para poder simplemente comunicar es mayor, quitándole concentración y energía para otros aspectos fundamentales de la negociación. En cambio, una negociación basada en un idioma al que ambos sean extraños podrá en teoría igualar la balanza, pero la práctica suele demostrar que los conocimientos de este tercer idioma suelen provocar nuevos desequilibrios, siendo que la mayoría de veces esta lengua es el inglés.


En resumen, el conocimiento de los fundamentos del lenguaje, incluso en nuestro idioma materno, aporta una ventaja competitiva que las empresas deben saber valorar. La transposición a los mercados internacionales y el contacto permanente e instantáneo con el mundo implica ir más allá y reconocer que ya no jugamos en casa, y muy posiblemente estemos jugando en casa del otro. En muchos casos, el éxito depende de nuestra capacidad de nivelar la balanza y invertir la relación de poder, esto si queremos ganar la eliminatoria y no solo un partido de cuando en vez.

bottom of page