Ahora que media España ha vuelto a las clases de inglés creemos que es el momento de daros una buena noticia; la ortografía inglesa es de escándalo. Sí, eso es, hasta el punto de que incluso los nativos, y contamos también aquellos que no hablan un segundo idioma, suelen tener bastantes dificultades con la escrita. Mientras que nuestro idioma casa casi a la perfección la fonética con la palabra escrita, la lengua inglesa peca por su propensión hacia la excepción, haciendo de las reglas papel mojado. Veamos los motivos.
Por un lado, todos los idiomas son producto de la contaminación de otros idiomas, pero esto tiene el pequeño problema de arrastrar con la palabra la ortografía del idioma original. A veces se la adapta a las normas ortográficos de su idioma de acogida pero las que no, se quedan como excepciones y la norma sobrevive. El problema surge cuando el idioma está fuertemente contaminado por otros idiomas, como es el caso del inglés.
Por el otro, una de las pesadillas de todo estudiante de inglés es su pronunciación. Descontando los numerosos acentos locales, la forma cómo decimos las palabras suele evolucionar con el tiempo, pero la forma como las escribimos no. Hasta que la imprenta no popularizó el acceso a la lectura, la copia de materiales estaba reservada a unos pocos académicos muy conservadores con las normas, a menos que hubiera un esfuerzo deliberado por adecuar la ortografía a los nuevos tiempos fonéticos. Además, si con algo podemos contar es con la economía del lenguaje, la tendencia que todos tenemos a ahorrar lo más posible a la hora de hablar, con lo cual muchos idiomas cuentan con letras mudas (ejemplos son todas las palabras inglesas que empiezan por «kn», en que la K es silenciosa).
Y es que el alfabeto tiene también parte de la culpa. Aunque nos resulte muy práctico a la hora de leer otros idiomas, el uso del mismo conjunto de caracteres por múltiples idiomas tiene el problema de que cada uno lo use a su manera (todos sabemos que un alemán dice «folksvaguen», no «uolksuaguen», ¿verdad?). Para acomodar todos los sonidos, algunas letras adquieren más que una forma fonética mientras que otras se alían para formar combinaciones con un sonido preciso. Si en castellano tenemos la «ñ» para este sonido nasal, los catalanes tienen la pareja «ny», los portugueses la «nh» y los italianos la «gn». Ejemplos en inglés son las parejas «ng», «th», «ch» y «sh», que esperamos que sepas cómo leer correctamente. Si no lo sabes, habla con nosotros: tenemos cursos de inglés.
A luz de todo lo expuesto, quizás la noticia no sea tan buena; hemos acabado de pintar un cuadro aun más negro para un aprendizaje que queremos fácil y rápido. Sin embargo, el aspecto positivo a realzar es que podemos quitarnos la presión de encima y tomárnoslo con calma, puesto que hasta los propios hablantes nativos se pierden y hacen errores. No hay vergüenza alguna en usar correctores ortográficos automáticos en el ordenador, a menos que queramos desarrollar nuevas formas ortográficas para la ya muy machacada ortografía inglesa.